domingo, 21 de diciembre de 2014

¿Acaso importa la desigualdad? - Opinión

Los socialistas intentan luchar desde siempre por erradicar la desigualdad de las sociedades. En sus épocas de apogeo en diferentes territorios y momentos históricos lo consiguieron, convirtieron a sus pueblos en una sociedad de iguales, de igual de pobres. Efectivamente, la erradicación de la desigualdad por parte del socialismo se basa precisamente en eso, castigar la innovación, el progreso económico y la prosperidad de los individuos para que nadie destaque sobre el resto. Ésta es la única manera de conseguir una sociedad igualitaria, una sociedad de mediocres, un pueblo sumido en la pobreza. Eso sí, todos pobres, todos iguales. Mal de muchos, consuelo de tontos.


Por otro lado están los liberales, a ellos no les importa que haya desigualdad, en absoluto. La desigualdad es el fin inevitable del progreso económico. Lo verdaderamente importante es el nivel de pobreza. Pero una sociedad desigual, no significa una sociedad donde haya pobreza, no tiene por qué. Pongamos un ejemplo real, Chile es el país donde más desigualdad hay en toda Latinoamérica, esto puede parecer escandaloso y puede ser utilizado por algún demagogo para confundir al pueblo. Pero la realidad es que Chile, a pesar de ser el país con más desigualdad, curiosamente, es el país donde hay menos pobreza de Latinoamérica.


Con este ejemplo queda probado que la desigualdad es irrelevante. Lo que hay que erradicar es la pobreza, ¿qúé importa si mi vecino gana el triple de renta que yo?. El liberalismo puede permitir que él gane gane 300 y yo 100, pero el objetivo del socialismo es acabar con eso, no importa si ambos ganamos 50, lo que importa es que no haya desigualdad.

¿Cuál de las dos situaciones prefieres tú?

Creo que la respuesta es obvia. La situación ideal, la de poca pobreza aunque haya desigualdad inevitable, pero a la vez irrelevante, es a la que solo pueden llegar países liberales, como Chile. Los países socialistas no pueden escapar de su engaño de la desigualdad, por lo que sus habitantes no pueden aspirar a otra cosa que no sea la mediocridad, la pobreza de la mayoría, pues la riqueza es un privilegio de sus gobernantes.

Es muy triste que la gente no se dé cuenta de esto, que caiga en la trampa de los oradores socialistas. Éstos, expertos en el arte de la demagogia y el populismo, engañan al pueblo con promesas de igualdad. Pero se callan lo importante, cuando hablan de igualdad dejan creer a la gente que se tratará de igualdad en la abundancia, pero está comprobado que eso es imposible. La única igualdad a la que se puede llegar es a la igualdad en la escasez.

Luchemos contra la pobreza, no contra la desigualdad.



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